[Traducido del francés por Júlio Béjar]
Emprendo esta pequeña reflexión susceptible de ser ampliada con el transcurso del tiempo. Como entiendo que cada vez se dan más convergencias entre estas dos ideologías, intentaré enumerarlas para demostrar hasta qué punto lo que nos es presentado como progresista se asemeja involuntariamente (aunque no siempre) a cosas que lo son significativamente menos.
1) Ya sean políticos, universitarios, asociativos o mediáticos, todos los islamo-izquierdistas confluyen en el neo-feminismo (Mediapart, Clémentine Autain, los partidos de extrema izquierda…); lo que ya nos pone sobre aviso de una subliminal plataforma ideológica común –la llamada línea de la ‘convergencia de luchas’ (Rokhaya Diallo, Danièle Obono, Caroline de Haas) como manifestación más visible. [Ojo, eso no implica que lo contrario sea cierto: todas las neo-feministas no son islamo-izquierdistas, lejos de ello: Caroline Fourest, Isabelle Kersimon, FEMEN, etc].
2) La moral sexual y la obsesión sexual son sus pilares comunes. Su cerebro está repleto en ambos casos de imágenes sexuales, basadas en la frustración por un lado y la « cultura de la violación » (una invención), las bromas sexistas, conmovedoras e insoportables, por el otro. El Islam no condena el deseo heterosexual sino que lo enmarca con autoridad; el neofeminismo sueña secretamente con erradicarlo (por ejemplo: actrices feministas estadounidenses casi desnudas reprochando a los hombres por desearlas) y busca establecer una policía del comportamiento sexual.
3) Su objetivo común es someter al sexo opuesto. Ya conocemos el punto de vista del Islam sobre las mujeres. El nuevo feminismo, dice defender la igualdad entre los sexos, pero cuando se arrastra a los hombres por el barro, desafiando los más elementales derechos (#metoo, #balancetonporc) o se les descalifica o prohibe sistemáticamente la palabra en función de su sexo, no existe realmente tal igualdad. La misandria campa libremente sin complejos y los ejemplos abundan.
4) La represión de las conductas sexuales es un objetivo en común. El Islam desplegando sus prohibiciones y prescripciones; el neo-feminismo intentando criminalizar cualquier expresión de deseo masculino en términos femeninos, porque su objetivo es aseptizar y luego judicializar las relaciones, como ocurre con esas aplicaciones móviles o contratos de consentimiento sexual. Ambas ideologías pretenden enmarcar en un esquema regulado la sexualidad de todos.
5) La segregación de género en la esfera pública es aceptada conjuntamente. Ambas ideologías aplauden los vagones, las piscinas, los espacios reservados para mujeres.
6) Tienen en común la mojigatería y los discursos anti-artísticos. En ambos casos, se denuncia la exposición de desnudos femeninos. Se destruye el patrimonio (Daesh) y se rompen las estatuas de mujeres desnudas por un lado, mientras que, por el otro, se denuncia su presencia en los museos y las artes en general, a veces para no ofender ni a las feministas ni a los musulmanes al mismo tiempo. En ambos casos, para denigrar todo el patrimonio artístico occidental bajo el argumento de que predominantemente es « una expresión del hombre blanco ».
7) La apología del velo y todo cuanto pueda sustraer el cuerpo femenino de la mirada pública (carteles, anuncios) es común. Los islamistas, las organizaciones feministas islámicas como Lallab y las izquierdo-feministas como Osez le Féminisme coinciden en ese punto: el cuerpo de la mujer debe estar protegido del deseo masculino. En Francia, como en la tierra del Islam, ahora se anuncia la lencería femenina con mujeres vestidas y el champú con mujeres cubiertas con velo. ¿Pronto el burkini para todas?
8) El islamismo practica el entrismo en la universidad francesa gracias al pretexto del feminismo. Ejemplo: el islamo-feminismo tal como se nos presenta es bienvenido con los brazos abiertos en nuestras escuelas de doctorado de sociología. Siguiendo la voluntad de Tariq Ramadan, entre otros, que entendieron que la palabra « feminismo » era un ‘ábrete sésamo’ imparable. Adviértase que en este ejemplo, el islamo-feminismo ni siquiera recula ante las tesis de la ideología de género.
9) La violación de las conciencias, la intimidad y la privacidad. Ambas ideologías pretenden legislar la intimidad y los sentimientos más personales, como imponer a toda mujer una visión de la violación o la agresión sexual que no es necesariamente la suya. Los islamistas subestiman la agresión y las neofeministas la sobreestiman, forzando a casi cualquier mujer a considerarse violada o atacada. En ambos casos, no hay libertad de conciencia o expresión para las mujeres que lo necesitan (por ejemplo, Catherine Millet, que recuerda una cosa obvia: sí, podemos recuperarnos de una violación, pero hoy parece totalmente prohibido decirlo). Es « otra palabra » que se confisca).
10) La asignación de las mujeres a dos categorías de acuerdo con los criterios de moralidad sexual. Las mujeres con velo envían expresamente el mensaje a las que no lo llevan de que son unas desvergonzadas. Las neofeministas envían el mensaje a las firmantes de la « tribuna de las 100 » de que son libertinas sujetas al deseo masculino. La mujer libre es criticada en ambos casos.
11) Islamismo y neofeminismo intentan vengarse del hombre blanco occidental que los « colonizó » en el pasado, literal y figurativamente. El hombre occidental presentado como dominante u opresor es el enemigo común. El vocabulario del pensamiento marxista es retomado por ambas ideologías. Los nuevos « condenados de la tierra » son las poblaciones islámicas, según algunos intelectuales, mientras que en el caso de las feministas, la cuadrícula de lectura de la lucha de clases se transfiere in extenso a la lucha de los sexos (mujer oprimida / hombre opresivo).
12) La censura artística pura y simple se reduce debido al pensamiento disidente. El neofeminismo se ha unido a la corte de dictaduras grandes o pequeñas en los últimos días al censurar la película de Brigitte Sy (‘L’astragle’, en el Festival de Pantin) por la única razón de que ella había firmado la « tribuna de las 100 ». ¡Fuera del victimismo, no hay salvación!
13) Neofeministas e islamistas utilizan el mismo vocabulario de « sororidad » tomado de las sectas, y así esencializan a cualquier mujer como « hermana » de cualquier otra (bueno … en la medida en que esté cubierta con un velo o que acate la misma visión de víctima, si no se vuelve un poco complicado, como acabamos de ver).
14) Guerra total contra el humor. Charlie Hebdo por un lado y los ideólogos del feminismo por el otro, todos lideran una guerra despiadada contra el humor, esa invención patriarcal. Tex [el humorista Jean-Christophe Le Texier] y muchos otros lo han pagado recientemente.
15) Ambos pisotean los logros del universalismo y de los derechos humanos. Este punto viene al final porque es la conclusión de todo lo anterior, y sin duda lo que más me impacta. El islamismo es esencialista y comunitario (cada sexo, raza o religión se beneficia de un trato desigual). Según la lógica del feminismo antipatriarcal, el sexo masculino oprimiría al sexo femenino en todas partes, todo el tiempo, para siempre. Por tanto, cualquier individuo masculino es asignado a su identidad sexual y sentenciado por adelantado (a menos que acepte ingresar a un curso de rehabilitación pilotado por las señoras patronas sin garantía de éxito). Toda mujer estaría en esencia y desde el nacimiento en peligro y posiblemente será víctima de la depredación masculina. Además, las feministas siempre hablan en nombre de « todas las mujeres », reduciéndonos a nuestra identidad sexual, como si ser dueñas de órganos sexuales femeninos nos obligara a pensar y actuar « como una sola mujer ». Personalmente, no soy solidaria con la « comunidad de mujeres », sino con la de los humanos como un todo, independientemente de su género, raza o religión. Mi compasión se dirige por igual a hombres como a mujeres.
16) Por último, « Haro sur le Porc! » es su grito de batalla en común. Ya sea « haram » o « à balancer », el cerdo es en cualquier caso su enemigo. Me dirás que un hombre no es un cerdo, sí, lo sé, pero este vocabulario común no es, sin duda, inocente: el simbolismo de este cerdo siempre tiene que ver con la impureza, el tabú y moralidad sexual.
Este listado no pretende demostrar que estas dos ideologías procedan de los mismos instigadores. Los paralelismos, algunos voluntarios (entre las islamo-feministas), otros involuntarios o inconscientes (entre las neofeministas), simplemente muestran que una autodenominada modernidad o revolución, como dice ser el neofeminismo, nos convoca, mientras esperamos la gran jornada, a la salida de la historia y al ‘hombre nuevo’, con las viejas recetas de la censura, el puritanismo, el sectarismo y el oscurantismo más mugrientos. Como de costumbre.
[Pour la traduction du français : Júlio Béjar]
[Avec ma reconnaissance à Lana del Rio]